" Cuando uno sabe a dónde va nada puede interponerse entre su visión y su acción "



viernes, 18 de febrero de 2011

Estela de Carlotto



 
Ansiosos, llegamos media hora antes a la cita.
Entramos a la casona de la calle Virrey Ceballos y una señorita le avisó a Estela Carlotto que habíamos llegado. Al minuto, reapareció la joven con la Presidenta de las Abuelas de Plaza de Mayo a sus espaldas.
— ¡Hola!, Teníamos que vernos a las cinco y media ¿no? — dijo, sonriente, mientras caminaba hacia nosotros, de brazos abiertos.
— ¡Sí, Estela!, nos adelantamos, perdón…— le dije… casi ruborizada…
—No importa… Me dio miedo de estar en falta… Pasen por aquí y espérenme un ratito.
Nos acompañó a una sala grande y nos invitó a sentarnos a una mesa inmensa. Diez minutos después, reapareció con la misma sonrisa.
Estar frente a Estela Carlotto produce la sensación inédita de estar ante a la historia en el presente. Cuesta creer que se pueda charlar amablemente con la epopeya. Hay que hacer un esfuerzo para poner en foco la situación.
Fui a invitarla al acto municipal por el Día de la Mujer. Como estará en Italia en esa fecha, nos dio un mensaje que grabamos.
Hizo, en sus palabras dirigidas a las mujeres platenses, una parábola perfecta de aliento al esfuerzo, a levantarse de cualquier caída.
Fue inevitable la conmoción al ver quién decía esas cosas y en los precios que ha pagado.
Previsiblemente, no contuvimos la emoción. Asistimos, entonces, al sorprendente momento en que esta mujer increíble nos confortaba a nosotros.
Ya flojos, su calidez pareció crecer más, todavía. Se la veía cómoda con las visitas. Charlamos un poco más, hasta que decidimos liberar a la anfitriona. Creo que ella no habría terminado con la reunión.
Nos despidió acompañándonos casi hasta la calle.
Mis compañeros y yo, volvimos a La Plata más livianos, relajados, plenos, con toda la impresión de que ayer fue uno de esos días que no se olvidan.
Marcela Pastore, 16/2/11

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