" Cuando uno sabe a dónde va nada puede interponerse entre su visión y su acción "



domingo, 20 de agosto de 2017

L@S FISCALES

Es necesario precisar la diferencia entre autoridades de mesa electoral y fiscales partidarios.
Las primeras responden a la obligación impuesta por la organización social. Son “cargas públicas”, obligatorias y pagas.
Los fiscales son contralores voluntarios que surgen de la militancia política.
Esa es la cuestión, lo que separa lo ineludible de lo espontaneo. La obligación de la pasión.
Sólo el ímpetu insobornable de un militante puede ocupar el sitio de un fiscal.
En las últimas PASO tuvimos noticias de que cosas raras pasaron en algunas mesas, probablemente imputables a distracciones de los fiscales (además de deshonestidades ajenas, claro). En las próximas elecciones del 22 de octubre no pueden repetirse los errores.
 La labor del fiscal termina cuando firma la planilla del escrutinio en conformidad con los datos que ella contiene (sáquenle foto). Por lo tanto debe estar muy seguro de que los mismos son fidedignos.
La tarea de los fiscales es la más importante del día del sufragio. Si ella no es de entrega absoluta, no hay garantías de limpieza. El propio fiscal debe tomar conciencia de esto y darse el mérito que merece. Debe saber que su trabajo es básico, fundamental y que requiere de una concentración total de diez horas. Quien no se sienta capaz de hacerse cargo de la responsabilidad no debe aceptar la designación.
Los que se sientan diestros tienen que saber que es necesaria su presencia más que el disfrute, por una vez, de un domingo de descanso.
Esto es un llamamiento dramático. La vida (literalmente) de mucha gente está en juego. Serán ellos o nosotros. Nuestra manera o la de ellos. Ambas están comprobadas.
El 22 de octubre deben sobrarnos los fiscales idóneos, convencidos, comprometidos. No puede ser de otra manera. MP
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Marcela Pastore

Que sean niños los niños.


Que sean niños los niños.
Que sean niños, y no clientes de las compañías de celulares, o vendedores de rosas en los bares, o estrellas descartables de la televisión.
Niños, no limpiavidrios en los semáforos, o botín de padres enfrentados o repartidores de estampitas en los subtes.
Que no sean niños soldados, los niños. Que sean niños los niños, simplemente. Que no sean foto de un portal pornográfico. Que no sean los habitantes de un reformatorio.
Que no sean costureros en talleres ilegales de ningún lugar del mundo.
Que sean niños los niños, y no un target.
Que no sean los que pagan las culpas. Los que reciben los golpes. Los bombardeados por publicidad. Que sean niños los niños. Todo lo aniñados que quieran. Todo lo infantiles que quieran. Todo lo ingenuos que quieran. Que hagan libremente sus niñerías.
Que se dediquen a ser niños y no a otra cosa.
Que no sean los que no juegan, los acosados por las preocupaciones, los tapados de actividades.
Que sean niños los niños y se los deje preguntar sin levantar la mano, formar filas torcidas, llevar alguna vez la Bandera no por ser mejor alumno, sino por ser buen compañero.
Que sean niños los niños y no los incentivados con desmesura a consumir todo lo que saca el mercado.
Que sean niños, y no los que aspiran pegamento en una esquina o fuman paco en la otra, tan de nadie, tan desprotegidos.
Niños, no nombres que tienen que rogar por recibir el apellido paterno o la cuota de alimentos.
Que sean niños los niños.
Y que los niños sean lo intocable, que sea la gran coincidencia en cualquier discusión ideológica; que por ellos se desvelen los economistas de todas las corrientes, los dirigentes de todos los partidos, los periodistas de todos los medios, los vecinos de todas las cuadras, los asistentes sociales de todas las municipalidades, los maestros de todas las escuelas.
Que sean niños los niños, y no el juguete de los abusadores.
Que sean niños, no "el repetidor" o "el conflictivo" o "el que nunca trae los deberes".
Niños, y no los que empujan el carro con cartones.
Que sean niños los niños, simplemente.
Que ejerzan en paz el oficio de recién llegados.
Que se los llame a trabajar con la imaginación o con lápices de colores.
Que se los deje ser niños, todo lo niños que quieran.
Y que los niños sean lo importante, que por ellos lleguen a un acuerdo los que nunca se ponen de acuerdo; que por ellos se dirijan la palabra los que no se hablan, que por ellos hagan algo los que nunca hicieron nada.
Que sean niños los niños y que no dejen de joder con la pelota.
Que sean niños en su día. Que lo sean todos los días del año. Que sean felices los niños, por ser niños. Inocentes de todo lo heredado.
Por Mex Urtizberea