" Cuando uno sabe a dónde va nada puede interponerse entre su visión y su acción "



martes, 26 de mayo de 2015

VAN A TENER QUE HACER ALGO

Para Fudeso, el 21-4, escribí:
 

 Algo que actúe paralelamente a la necesaria pero inevitablemente lenta difusión, concientización y prevención de los hechos de violencia contra las mujeres, debe funcionar con presteza. De no ser así, los femicidios seguirán creciendo de la manera que vemos.
 
María Eugenia Lanzetti, la maestra jardinera de 45 años asesinada por su ex pareja había presentado muchas denuncias por violencia familiar. Había tramitado una orden de restricción y tenía un botón antipánico. No obstante, Mauro Bongiovanni, el padre de sus hijos, la mató con un cuchillo.
 
El fiscal de la ciudad de San Francisco, Córdoba, Bernardo Alberione, dijo que la Justicia hizo todo lo que tenía a su alcance para salvaguardar la vida de María Eugenia.
 
Las afirmaciones del Fiscal, de no ser tan dramático el contexto, serían para reírse. Porque la Justicia fijó al asesino una restricción de acercamiento de ¡50 metros!, justificándose en el hecho de que a esa distancia vivía Bongiovani. Corta la distancia y corto el alcance de la justicia ¿no?
 
Es posible, pienso, que como medida efectiva e inmediata de protección a la víctima que denuncia, la restricción debe medirse en cientos de kilómetros y que debe quedar a cargo del Estado resolver todas las dificultades que esto pueda traer al violento. Que viva donde viva, que trabaje donde trabaje o que extrañe a sus hijos (si los extraña) no pueden ser motivos de interferencia en lo único importante: el amparo de la víctima.
 
Seguramente, debe haber leyes que impiden, traban. Pues hace mucho que llegó el momento de revisarlas y modificar todo lo que haga falta. Pero debe ser rápido. Es más, ya debería haber sido. Se adivina cierta negligencia...
 
Están matando a nuestras mujeres para defender una instalación inaceptable: la del macho que manda, sostiene, provee, golpea y mata.
 
Si se pretende incluir a la barbaridad dentro de una cuestión cultural que, por tal, tarda mucho en mostrar cambios, va a haber que empujar a la cultura.
Las mujeres no están dispuestas a esperar siglos para que sus maridos no las maten por haber aprendido que está mal.
 
Marcela Pastore, 21-4-15

Lógicamente, un mes después, siguen matando a nuestras mujeres. Y el desconcierto parece crecer. Me constan todos los esfuerzos que, al menos en mi provincia, se hacen para enfrentar estos episodios. Soy testigo diaria y directa de la acción del Estado, en este sentido. Pero, por algún motivo no alcanza. ¿Será porque al pasar al ámbito del Poder Judicial, se trabaja en una frecuencia distinta, de tiempos diferentes? No parece ser eso solamente: hay fallos que, independientemente de lo que tarden en llegar, sorprenden por lo benévolos considerando los crímenes juzgados. O, peor, hay sentencias que, en cumplimiento, se acortan inexplicablemente para la mayoría de quienes, azorados, vemos las noticias. Seguramente algún subterfugio "justifica" lo que a la vista de los que somos ignorantes de juicios y/o arreglos extrajudiciales, es inaceptable.
Lo cierto es que la preocupación agobia, obsesiona. Y, en la estadística, crece la columna de las asesinadas.
La Presidenta ha hablado mucho, en estos días, de una cantidad de logros que, afortunadamente, ya son y serán "políticas de Estado". En la lista no está esta cuestión. Para que lo esté es imprescindible instalar definitivamente que esta barbaridad tiene al género como componente fundamental. Las muertes de las mujeres son asesinatos pero, además, son femicidios. 
Hay que machacar sobre este concepto que, parece, no termina de comprenderse.

Marcela Pastore, 26/5/16

-- 

domingo, 24 de mayo de 2015

25 de MAYO 2015

Pensé que antes de estos gobiernos, antes del bicentenario, por ejemplo, las fechas patrias eran sólo castrenses. El pueblo no participaba, a lo sumo la clase media miraba los defiles. Ahora la gente las disfruta como lo que son: propias.

jueves, 7 de mayo de 2015

Dijo Evita (Refiriéndose a las villas)

He oído decir que se trata de barrios pintorescos.
Y esto me ha parecido la expresión más sórdida y perversa del egoísmo de los ricos.
  Pintoresco, para ellos, es que hombres y mujeres, ancianos y niños, familias enteras deban habitar unas viviendas peores que los sepulcros de cualquier rico.
 Ellos no ven, por ejemplo, qué ocurre allí cuando llega la noche.
Allí donde cuando hay cama no hay colchones, o viceversa; o donde, simplemente, hay una sola cama para todos… Donde “todos” suelen ser siete u ocho o más personas: padres, hijos, abuelos…
 Los pisos de los ranchos y casillas suelen ser de tierra limpia.
Pero los techos filtran lluvia y frío… No sólo la luz de las estrellas…
 Allí nacen los hijos.
 Los ricos creen que, al nacer, cada hijo trae su pan debajo el brazo y que donde comen tres comen cuatro. ¡Nunca han visto de cerca la pobreza!
 Sin embargo, todo eso es felicidad. Hasta que alguien de la familia se enferma. Porque cuando esto ocurre empieza el calvario. Y si el enfermo es un hijo, la angustia de los padres no tiene límites.
Yo los he visto andar por las calles, cargando con el hijo en los brazos, buscando médico, farmacia, hospital, cualquier cosa. Porque ni los servicios de la asistencia pública se atrevían a meterse en esos laberintos de los barrios “pintorescos”.
Yo los he visto volver a casa con el hijo muerto entre los brazos para dejarlo allí, sobre una mesa, y salir luego a buscar un ataúd como antes buscaron médico y remedios: desesperadamente.
 Los ricos dicen:
No tienen sensibilidad, ¿no ve que ni siquiera lloran cuando se les muere un hijo?
 Es que los ricos les han quitado a los pobres hasta el derecho de llorar.
 ¡No…! Yo no podré, evidentemente, describir lo que es la vida en cualquiera de esos barrios “pintorescos”.
 Pero una cosa quiero repetir aquí, antes de seguir adelante.
Es mentira de los ricos eso de que los pobres no tienen sensibilidad.
Yo he oído muchas veces en boca de “gente bien”, como ellos suelen llamarse a sí mismos, cosas como estas:
- No se aflija tanto por sus “descamisados”. Esa “clase de gente” no tiene nuestra sensibilidad. No se dan cuenta de lo que les pasa. ¡Y tal vez no convenga del todo que se den cuenta!
 Yo no encuentro ningún argumento razonable para refutar esa mentira injusta.
No puedo hacer otra cosa que decirles:
 Son mentiras. Mentiras que inventaron ustedes los ricos para quedarse tranquilos. ¡Pero son mentiras!
Si me preguntasen por qué, yo tendría solamente algo que decirles, muy poca cosa. Sería esto:
 ¡Yo he visto llorar a los humildes y no de dolor, que de dolor lloran hasta los animales! ¡Los he visto llorar por agradecimiento!
 ¡Por agradecimiento, por agradecimiento sí! Eso por lo que los ricos no saben llorar.”


MP, 7 de mayo de 2015 (fuente: www.youbioit.com)