" Cuando uno sabe a dónde va nada puede interponerse entre su visión y su acción "



sábado, 19 de febrero de 2011

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Psicología
LO FEMENINO Y LO MASCULINO SEGÚN LOS TIEMPOS

Es conocido desde hace mucho tiempo el concepto de la bisexualidad en los seres humanos. Este concepto se apoya en los datos de la anatomía y la embriología con la observación de que en todo individuo, sea varón o mujer se encuentran vestigios del aparato genital del sexo opuesto. Según S. Freud, esto se traduce en que el individuo tendría disposiciones tanto masculinas como femeninas, aunque predomine anatómica y funcionalmente uno de los sexos.
Las diferentes culturas se han encargado siempre de orientar a sus niñas y niños en el sentido de los roles que juzga adecuados para cada uno, descartando, a veces como verdaderos “tabúes”, el contacto con actividades que se consideran exclusivas del sexo opuesto.
En nuestra cultura, a partir de la era industrial se genera un cambio, que sigue evolucionando hasta el presente, respecto de la distribución de los roles femeninos y masculinos. La mujer de la casa y la chacra era requerida en las fábricas y pasaba a aportar sus ingresos al grupo familiar. Algunas muchachas de clases más altas abandonaban el bordado para sentarse en las aulas universitarias. Trabajando y estudiando fuera de casa la mujer comienza a adquirir una voz y un voto que no tenía y demuestra poder realizar lo que hasta entonces era cosa de hombres.
La división de roles “mujer-adentro, hombre-afuera de la casa”, se tambalea. Y con ello el sistema de poder masculino en todos los ámbitos –económico, político, social, familiar- Baste recordar que hasta no hace mucho tiempo la patria potestad era exclusividad del padre y el voto de los varones de la familia. El temor a una “inversión” histórica de los roles se prolonga por mucho tiempo. La mujer podía estudiar o trabajar hasta casarse y tener hijos y allí comenzaba su “verdadera vida” que debía desarrollarse dentro de la casa. Lo contrario resultaba inconcebible y hasta vergonzoso para el hombre de la familia. Pero la realidad económica de las últimas décadas en nuestro país fue haciendo cada vez más necesario el aporte monetario de ambos cónyuges para abastecer a la familia.

Sobre los roles y los hijos

El rol de mujer trabajadora en diferentes oficios y profesiones, fue siendo cada vez más aceptado, no así la ejecución de tareas “femeninas” por parte del hombre. La fantasía temida a una inversión de roles en la que el hombre pase a ocupar el lugar inferior – con pérdida de poder económico y del derecho a “ser atendido”- está aún vigente en personas mayores y de mediana edad.
Felizmente muchas parejas jóvenes nos enseñan de que no se trata de una “inversión” sino de una redistribución, en la que proveer a las necesidades de los hijos, cuidarlos y cuidar del hogar común es cosa de ambos. Estos cambios sin embargo, no se hallan exentos de conflictos.
La libre distribución de las responsabilidades implica un permanente “ponerse de acuerdo” activo y consciente sobre cosas que en generaciones anteriores no se cuestionaban en absoluto.
Si bien mucho ha cambiado, aún son más las mamás que se ven en las reuniones de padres en las escuelas que los papás, por ejemplo. Aún cuando ambos trabajen, es esperable que para una reunión del colegio o para quedarse en casa si un niño enferma, sea la mujer la que falte a su trabajo y no el hombre.
El tema de los hijos es crucial respecto de la distribución de roles. Si bien para hacer un hijo ambos padres aportan exactamente la misma cantidad de cromosomas, la mujer es quien desempeña un papel más activo respecto de la reproducción y de la primera parte de la crianza.
Con el embarazo y la lactancia se crea entre madre e hijo una relación muy intensa. La participación del padre comienza con la contención y acompañamiento de su compañera en el embarazo. Aún en los padres más participativos, sin embargo, es inevitable durante este período y la lactancia la situación de tercero excluido de esa unidad inicial que conforman madre e hijo.
Luego de esta primer etapa, la relación de los padres respecto del hijo queda doblemente sujeta. En primer lugar, por esta disposición inicial de roles, que luego tiende a prolongarse, y en segundo, por el mandato histórico mujer-en-casa-con-los-hijos/ hombre-afuera.
En el ámbito educativo se reproduce la tendencia de que sean las mujeres casi las únicas responsables de los niños. Las maestras son siempre mujeres en la enseñanza inicial y son pocos los maestros hombres en el nivel primario. Es de esperar que esto pueda ser modificado con el tiempo. Los niños necesitan tanto de modelos femeninos como masculinos para su desarrollo, y en especial, de la atención de ambos padres. La alianza amorosa y las responsabilidades compartidas en la pareja son de los más ricos legados que podemos dejarles.

Lic. Susana Waldman

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