
Sucede que hay mala gente, insensible, que quiere enriquecerse sin límites. Que no acepta dar algo a los que tienen menos, ni siquiera la oportunidad de insertarse en el sistema.
Leo que Bill Gates, uno de los dos hombres más ricos de los Estados Unidos, acaba de donar el 99% de su fortuna.
Quizás no tenemos millonarios de esa talla, pero hay muchos argentinos muy ricos que podrían ceder algo a los que no tienen nada.
No hacerlo califica de muchas maneras que no pasan por la mezquindad. Es algo ideológico. Los pobres, para ellos, antes son negros, son el aluvión, son “cabezas”, son chorros, indeseables.
Pero ningún calificativo los conmueve. Si hasta parecería que los honra ser gorilas. Se ufanan de discriminar.
Habrá que profundizar en las obligaciones que el Estado tiene como tal, entonces, ya que es de su responsabilidad que los habitantes tengan un mínimo indispensable de bienestar.
Deberá aplicar más retenciones e impuestos a las actividades económicas para subsidiar a quienes lo necesiten. Tendrá que promover más leyes protectoras de los pobres.
Todo sería más sencillo, más amable, si la generosidad brotara, como por encanto, de los ricos. Pero, como dije, no creo que ocurra ese milagro ni en que el odio se transforme en amor, mágicamente.
Marcela Pastore , Septiembre 2014
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