Más allá de la reproducción de un reportaje que me hicieron el domingo pasado, llevo más de tres meses de “ausencia” en mi propio blog.
Mi última publicación: “A un mes, mi primer balance”, cuenta mi visión de entonces, optimista aún en la derrota.
Vi (veo), con desazón, que vamos por el camino que, si no “enderezamos”, puede llevarnos a donde la mayoría no quiere.
En este poco tiempo pos-10/12/15, se nos ve divididos.
La increíble deserción de ¿compañeros? que, así, dividieron nuestro bloque de diputados nacionales, la traición abierta de gobernadores desmemoriados que hasta ayer, eran “ultra”, por citar algunos casos que

Yo soy parte de ella.
Antes, nunca nadie nos explicó nada. Jamás nos llamaron al debate serio que el peronismo necesita. No nos convocaron a resolver nuestros problemas de identidad.
Peronismo o kirchnerismo sigue presentándose como opción que excluye.
Salvo para quienes no hayan crecido al ritmo de los indudables resultados que mostraron doce años de gobiernos peronistas conducidos por kirchneristas, o para aquellos que esconden otras intenciones que incluyen complot con los enemigos, resulta imposible insistir con la cantinela separatista.
Yo soy peronista, que a nadie le quepan dudas. Pero reconocer que dos personas que llevan un mismo apellido, condujeron los gobiernos más peronistas que yo vi, es obvio , decir "kirchnerismo".
A alguien se le ocurrió que el “cafierismo” aspiraba a reemplazar al peronismo?
Me parece de muy fácil comprensión.
Lo cierto es que, desde la derrota, nos desangramos sin darnos cuenta o peor, parecería, sin que nos importe.
Que yo diga todo esto no tendrá el peso ni la trascendencia que le daría la firma de un/una dirigente encumbrado y comprometido.
Sucede que es@s compañer@s no aparecen.
Sepan que se l@s espera ansiosamente. La expectativa de la militancia peronista, como está acostumbrada, está centrada en recibir instrucciones que lleguen orgánicamente. No han llegado, todavía.
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