
Cuando hace 31 años vimos a Raúl Alfonsín hacerse cargo del desastre legado por los necios, lo hicimos en el convencimiento de
que era la última vez que alguien recibiría el mando de manos de insurgentes. Así ha sido. Atravesamos todos los estadios. Tuvimos aciertos y errores. Pasamos por tiempos de bonanzas y capeamos tempestades. Pero estamos. De pie y en el modo que elegimos.
Treinta y un años no son muchos. Pero no son pocos si se consideran como de aprendizaje, de experiencia. Son bastantes como para
saber que no queremos otra cosa que vivir en democracia.
Marcela Pastore, 10 de diciembre de 2014
Marcela Pastore
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