En los días que van corriendo no es posible sustraerse al clima de elecciones. Sucederá lo mismo en los que se acercan. La democracia nos tiene acostumbrados a que, año por medio, disfrutemos del “ambiente”.
Y se ve: todo el que quiera, participa. Muchos son los varones y las mujeres que estamos pendientes de cuándo cierran las listas de candidatos. Aprendimos que las internas, que ahora también tienen el nombre importado de primarias, son en agosto y que si ganamos en esas es, casi, como que hay garantía de repetición en las generales de octubre.
A mí me pasa lo que a tantos, estoy como concentrada en el tema que domina.
Quizás por mi actividad principal, las cuestiones de género, la lucha por la igualdad en todos los ámbitos de la sociedad, me detengo más que otr@s a mirar la realidad por la que pasa la participación. No están muy lejos los días en que la decisión de comprometerse de varones y mujeres se “medía” por separado. Más cerca, veo a la noticia “destacada” de que la participación femenina crecía.
Ahora es normal que no haya más “dos columnas” en la estadística. No hay nada para resaltar ni comentar de modo extraordinario en ese aspecto.
Es que al fin, los tiempos por venir, llegaron.
Como con un edificio ya terminado, sólo hay que hacer mantenimiento. Un cuidadoso mantenimiento de lo tan trabajosamente conseguido.
El concepto de igualdad está instalado en la sociedad. No se retrocederá en eso.
Marcela Pastore
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