Aquel mensaje que, en 1946, el
Presidente Perón dio a la Asamblea Legislativa en el que se pronunció a favor
del voto femenino hizo que, un año después se sancionara la ley por la cual
“nos dejarían votar”. En 1951, al fin, pudimos hacerlo. Un logro fantástico,
entonces, aunque sólo era el reconocimiento a un derecho que no debía,
siquiera, discutirse. Hasta “permitieron” unas pocas candidaturas femeninas.
Aquellos fueron los comienzos de
un recorrido que, hasta hoy, nos ha resultado difícil, tortuoso, donde al
“stablishment” masculino hubo que, poco menos, que arrancarle cada beneficio
cívico para las mujeres como si no nos correspondiera.
Siempre subestimadas, fuimos
avanzando. Pagando precios inaceptables, como fue tomar como “victoria
estratégica” que nos cedieran el 33% de los sitos en las listas electorales
cuando, en realidad, debió ser un indiscutible 50%.
Seguimos adelante. Las
legisladoras brillaron y una mujer fue, por primera vez, elegida presidenta.
Hace poco, en la Provincia,
logramos la ley del 50% de las candidaturas para las mujeres. Pero, qué cosa,
otra mujer elegida en las urnas no pudo o no quiso (¿quién sabe?)
reglamentarla. De manera que el 33% mantuvo su vigencia.
Cuando varias provincias mostraron
sus intenciones de imitar a Buenos Aires, aquí, tendremos que esperar,
por lo menos, dos años más?
Son coletazos de resistencia a la
igualdad, sin dudas. La organización patriarcal que, por doloroso que nos
resulte, tiene muchos miembros femeninos, dilatará esta cuestión todo lo que
pueda.
Confieso que creo que la
capacidad, la honorabilidad, la representación y todas las cosas que
corresponden tener quienes ocupan cargos electivos, no deberían repartirse en
proporciones. Va a llegar el día en que se votará a personas,
independientemente de su género. Cuando suceda, si la mayoría resulta ser
femenina, los varones mostrarán su madurez y aguantarán la superioridad
numérica. Nosotras, después de todo, lo hemos hecho siempre y sin posibilidad
de competencia.
Mientras el tiempo transcurre
hasta ese momento, continuaremos dando pelea en el terreno que se pueda. El
objetivo está claro: la igualdad total.
Está claro y visto que somos fuertes y,
básicamente, persistentes.
Marcela Pastore, setiembre de 2017
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