" Cuando uno sabe a dónde va nada puede interponerse entre su visión y su acción "



jueves, 8 de octubre de 2015

Promesas de campaña

Quizás haya sido Sergio Massa el “culpable” de que esta campaña resultara tan larga.
Cuando en 2013 tocó el cielo con las manos creyó que debía seguir, sin interrupciones, hasta el Paraíso. Arrastró a todos los que no quisieron “quedarse atrás”.
Lo cierto es que fueron dos años en los que el que más sufrió la erosión de aquel capital, tan endeble, tan coyuntural, fue el propio jefe del FR.
 
Desde las PASO, con las cartas dadas vuelta, los candidatos se esfuerzan por conseguir algún voto más, prometiendo.
Todos prometen.
 
Pero hay prometedores y prometedores.
 
Massa, últimamente en un tono suave y “sobrador” tan artificial  como lo fue aquél ridículo “¿Taj´ahí?”, dice que va a terminar con la droga en la Argentina. Claro, no dice cómo: no lo sabe, como nadie.

Si bien no ha logrado recuperarse del golpe del yunque queWikileaks soltó sobre su espalda al ventilar su traición a la Patria (porque, en realidad, la felonía fue hecha a la Nación, antes que a la Presidenta), parece dispuesto a seguir prometiendo.
 
 
Mauricio Macri, atrevido, irrespetuoso, se apropió del “Vengo a proponerles…” de Néstor Kirchner para prometer 1 millón de créditos hipotecarios. “¿Con qué herramientas te ganás la vida?”
Insiste con “el cambio” que Durán Barba inculcó y que, a la luz de sus 8 años de gestión, no significa progreso: en la CABA se mueren más niños y se subejecutan las partidas de ¡salud y educación!
¿Quién puede confiar en expectativas creadas por este inconsciente responsable de los recientes escándalos que conocemos? Nadie. Ni los que van a votarlo, que lo harán sólo por conveniencia (los poderosos reales) y por xenofobia (los que no toleran ver a un pobre a su lado en el supermercado).
 
Daniel Scioli tiene 12 años de promesas cumplidas detrás de sí, cosa que lo avala cuando dice que continuará con algo o cuando asegura que pondrá en marcha un programa. La gente sabe esto. Lo sabe en carne propia, por estar disfrutando de infinidad de realidades que una vez fueron proyectos. Y, se sabe, pasada una década de acostumbramiento a lo bueno, nadie va a permitir que le quiten lo que ya es propio.
El FpV (escuela o satélite más o menos por inaugurar o lanzar), muestra la foja rica en realizaciones que todos conocen, más allá de que la necedad decida no aceptar.
 
Cuando las palabras mueran, los ciudadanos harán lo que les corresponde sabiendo que son quienes deciden, votar.
 
En el “cuarto oscuro” y en soledad elegirán en libertad. Considerarán qué quieren en lo personal y para los demás. Será importante, como nunca, que lo hagan a conciencia.


Marcela Pastore- OCT 2015

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