" Cuando uno sabe a dónde va nada puede interponerse entre su visión y su acción "



lunes, 24 de enero de 2011

Un libro busca recuperar la literatura de los pueblos originarios del extremo sur

para descubrir


Recoge voces de artistas silenciados, manipulados y subordinados sistemáticamente

Para una sociedad como la nuestra, un libro que reúna poesía escrita por mujeres y además perteneciente a pueblos originarios es un verdadero símbolo de resistencia y reivindicación. Y de eso se trata Mamihlapinatapai. Poesía de mujeres mapuche, selknam y yámana.
Cristian Aliaga escribe en su prólogo: "La literatura de los pueblos originarios del extremo sur ha padecido, al igual que todas las culturas de América, una operación etnocéntrica de silenciamiento, manipulación y subordinación sistemática. Las llamadas 'conquistas' de América y del 'desierto' intentaron eliminar sus relatos al mismo tiempo que se deshicieron físicamente de quienes los repetían en torno al fuego, mediante campañas de exterminio".
Pero esto tiene hoy plena vigencia, Aliaga nos cuenta que en Leleque, muy cerca de dónde él vive, en Lago Puelo, el empresario Benetton posee un millón de hectáreas y que desde hace ya cuatro años una comunidad mapuche ocupa sólo 30, y ver que la justicia argentina falla decidiendo que esa gente que vive allí, con ese clima en plena meseta patagónica, no puede hacer fuego porque puede afectar los bienes de Benetton, provoca al menos indignación: "Yo creo que lo que se está produciendo a ambos lados de la frontera es una reivindicación cultural que es una herramienta de lucha, es decir no hay nada ahí de pose o cuestión meramente estética. Hay una búsqueda de reivindicación con la cultura como herramienta de lucha, de ahí surgió este libro".
El poeta declara que según los teóricos de la conquista los pueblos originarios eran seres inferiores, no eran hombres y por lo tanto no tenían expresión, aceptar eso no sólo es peligroso sino que se traslada esa idea al día de hoy y se los pone en un sitio absolutamente subordinado que los llevó a ellos mismos a renegar de su lengua y su cultura, a tratar de pasar desapercibidos. Por eso cree tan extraordinario que en estas décadas se dé el proceso inverso: mapuches que nunca hablaron su lengua, que no se las enseñaron para protegerlos, no sólo la aprendan sino que la escriban y se traduzcan a sí mismos al castellano, como hacen la mayoría de las poetas incluidas en el libro, y lo hacen porque quieren comunicarse, no quieren que eso se quede encerrado entre los hablantes de su propia lengua, aunque la reivindiquen. Publicar estos textos -concluye- fue poner en circulación estas expresiones no porque sean un hallazgo arqueológico sino porque es algo que está vivo y que tiene valor literario además de toda la reivindicación que plantea.
La voz de las poetizas. Mamihlapinatapai incluye textos mayoritariamente mapuches y de mujeres vivas "en todos los sentidos del término" que escribieron una poesía extraordinaria, es decir que, al mismo tiempo que reivindican una cultura, están abiertas a influencias contemporáneas. En este libro, Aliaga puso también textos de culturas que fueron diezmadas junto con sus habitantes como la yámana y la selknam. Incluye, entre otros, textos de Lola Kiepja, que fue el último hablante selknam que murió en la década de los sesenta. A la pregunta de cuál era la razón para elegir sólo mujeres Aliaga reflexiona: "nosotros tenemos a las madres (de plaza de mayo) como un símbolo universal, y creo que nunca me voy a responder a esto: ¿porqué no estaban los padres dando vueltas a la plaza mientras Videla miraba desde la ventanita? Incluí mujeres porque creo que hay una carga femenina de resistencia que es muy fuerte en todos los pueblos. Por eso creo también que elegir sólo mujeres fue una decisión de justicia poética, de justicia histórica".
Una de las poetas incluidas en el libro es Liliana Ancalao, docente desde hace 24 años, pertenece a Ñanculahuen, una comunidad mapuche tehuelche que se formó en Comodoro Rivadavia. Liliana viene realizando con su comunidad una tarea de rescate cultural, de fortalecimiento, y cuenta: "volver a vivir mi cultura que me había sido negado por la historia me ha alimentado y también se ha transparentado en mi poesía, esta poesía que he podido traducir al mapuzungum y que salió en el libro Mujeres a la intemperie que es el primer libro bilingüe editado de este lado de la cordillera"
Con un dulcísimo acento chileno Graciela Huinao, otra de las escritoras elegidas para esta antología, cuenta "Soy poeta mapuche huilliche, no sólo acá en Chile sino en América en general, la discriminación es tremenda: ser mujer, ser pobre, ser indígena y encima ser escritora. La marca que cae sobre este tipo de literatura que yo hago es como el látigo. Para desarrollarme, para poder llevar a cabo mi trabajo ha sido un batallar tremendo, porque tuve que romper una a una las barreras de discriminación que existen en la sociedad, y eso fue tremendo, yo me acuerdo que tan sólo hace unos pocos años cuando yo salía a los colegios y en las aulas no había ningún niño con apellido mapuche hoy no ha cambiado mucho pero ya somos estamos siendo tomados un poquito en cuenta, pero ha sido muy difícil, a lo mejor porque soy mujer".
Graciela nació en Chaurakawin, en la provincia de Osorno y fue la primera mujer indígena que publicó un libro en las dos lenguas: en mapuzungum y en español: "lo hice porque yo soy mapuche, porque mi corazón, mi cuerpo me decía que yo tenía que hacerlo porque no hace muchos años el mapuzungum estuvo a punto de desaparecer, por eso escribir ese libro para una mujer fue todo un desafío".
¿Que puede dar esta humilde mujer mapuche? un canto, dice Beatriz Pichi Malén, cantora y poeta también incluida en esta antología. En Los Toldos, donde yo nací -recuerda-, había una profunda negación del ser, hablo de 30 años atrás, la gente decía acá no hay indios y muchos descendientes de originarios de allí con el mismo linaje y que pertenecen a nuestra familia se hacían llamar por el nombre de pila, no vaya a ser cosa que se vea que eran indios, yo eso lo entendí perfectamente, al haber un maltrato sistemático, una profunda despersonalización, un sojuzgamiento y un "es bueno para nada" durante décadas la gente termina creyéndolo.
La lengua del pueblo Yámana, YAMANIHASHA, poseía matices muy sutiles que expresaban conceptos de una extraordinaria complejidad y belleza.

Diario Diagonales, 23/1/11

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