Aún con la
resistencia del egoísmo y de la insensibilidad de los que se aferran a sus
intereses, hace años que la inclusión social avanza sin pausas en Argentina. Lo
hace en la educación y en la salud públicas, en el trabajo, en el deporte. Es
ejemplo en el mundo con sus leyes de matrimonio universal y de elección de
género, verdaderos modelos en la contención de minorías.
El año pasado, sin antecedentes, fue sancionada una Ley (14301) en
la Provincia que dispone que quienes hayan cumplido con sus condenas
judiciales, deben ser considerados para el trabajo sin trabas ni restricciones.
Una Ley que dice que quien terminó de pagar sus deudas con la sociedad es un
integrante más de ella.
Hace pocos meses, fue creado un ente para hacer que esa
legislación se cumpla. Se llama Dirección Provincial de Inclusión Laboral para
Liberados y, desde entonces, estoy a cargo de ella.
El entusiasmo que produjo el desafío de conducir esta tarea no
evitó la impresión que me hizo, de inmediato, ver el prejuicio que existe en
derredor de alguien que estuvo preso. El estigma con el que gran parte de
la sociedad ha marcado a semejantes, preocupa.
Sin embargo, hubo señales en contrario que aseguran que vale la
pena hacer cualquier esfuerzo por revertir aquello. Recibí llamados y visitas
que ofrecen puestos de trabajo para los liberados. Ministros e Intendentes,
gremios y cooperativas dijeron “presente”. Están dispuestos a ser protagonistas
del cambio, preparados y maduros para poner en práctica lo que en la teoría no
resiste análisis.
Tal vez, inclusión sea la palabra más trascendente de la década,
por todos los ámbitos que ha ganado.
Ahora, también alcanza a los liberados y liberadas. Llegará el día en
que no sea preciso aclarar que lo son. Por ser individuos que nada deben y, por
lo tanto, ciudadanos, a secas.
Pero el transito no será fácil ni fluido. Requerirá de la voluntad
de todos. De los que estamos convencidos de la justicia de la determinación y
de la de quienes hoy descreen. Unos con cada vez más esmero en la tarea diaria
y otros tratando de terminar con viejos estereotipos que encasillan, clasifican
sin más argumentos que la sensación.
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