" Cuando uno sabe a dónde va nada puede interponerse entre su visión y su acción "



viernes, 23 de noviembre de 2012

Conmemorar es hacer memoria, recordar un hecho, acordarse de un acontecimiento.

Esta conmemoración del Día Internacional de Lucha contra la Violencia hacia las mujeres no sirve si, mañana, sólo empieza la espera de otra más, dentro de un año.

Esto que hoy padecemos se hizo cultura de tanto practicar malas costumbres. Su ejercicio permanente hizo que se hicieran naturales.
Me parece que hay que desandar, instalar nuevas y buenas maneras y ejercerlas hasta que se hagan una cultura diferente.

Yo creo que la rebelión es necesaria. Que no hay que admitir lo inaceptable. Que no hay puntos intermedios en las conductas de quienes son violentos con los otros.

No creo en los arrepentimientos, desconfío. Ni en los “raptos de locura” de los cuerdos.

No creo, tampoco, en el éxito de los intentos individuales. Es preciso coordinar acciones en los casos declarados y educar, educar…

Estoy convencida de que es imprescindible la presencia del Estado en esta lucha, como elemento de autoridad y de protección.

En fin, digo que conmemoremos la fecha, como se debe. Pero estemos convencidos de que mañana es otro día de pelea contra la desigualdad en el uso de la fuerza, contra la injusticia de que los débiles padezcan, contra la impotencia que sienten las víctimas de la violencia.

MARCELA PASTORE- nov 2o12

jueves, 1 de noviembre de 2012

ASTICA


Astica es un pueblito que está aproximadamente a 200 km al Noreste de la ciudad de San Juan, cerca de Chilecito, La Rioja. Tiene alrededor de 600 habitantes, una escuela, algunos maestros, una iglesia sin cura fijo, unos policías y un sol que azota 340 días al año.

Hay una historia que se eterniza en el bautizo de sus cerros con los apellidos de los habitantes: Chávez, Elizondo, Riveros. Son más los cerros, en realidad, que las familias, que han ido entrecruzándose una y otra vez hasta llegar a ser casi una sola.

Allí fui, la semana pasada, integrando un colectivo de 50 personas, con la intención de dar una capacitación general acerca de la relación que hay entre la educación y el trabajo. La realidad encontrada hizo que la tarea excediera el propósito.

La población de Astica está conformada por viejos, niños, y una juventud adolescente desesperanzada. No hay adultos, prácticamente.

No hay fuentes de trabajo. Sólo los docentes y los vigilantes saben que tienen sus sueldos cada mes. Los demás, gozan de unos pocos planes sociales o hacen changas entre cabras y olivos
Esta fue la instantánea que encontramos al llegar a Astica.

Puestos en situación, arrancamos.

Soy odontóloga. Revisé todas las bocas. Curé algunas. Di calmantes, antibióticos y consejos, no sólo del cuidado de los dientes. Las circunstancias me fueron llevando a charlar de todo.

Un grupo de alumnos que tienen entre 13 y 17 años, hicieron sus planteos. Hablaron de sus pocas expectativas, de su relación con el alcohol, con el amor y con la muerte.
Tienen al suicidio “por amor” como posibilidad cierta, y lo dicen con naturalidad.
“Tomo para olvidar”, me descerrajó un pibe de 16 años. ¡Qué frase tan impresionante para un chico!
Cada uno, sí, tiene su netbook recibida del Estado, aunque les falte internet…

Cada dos años, un helicóptero llega por 2 horas a Astica. Espera que los ciudadanos voten y se va con la urna que trajo vacía.
Hay una salita sanitaria y el centro de salud más cercano capaz de atender casos de alguna complejidad está en San Juan.
Nadie vio, nunca, llegar al helicóptero para trasladar a un enfermo grave.

Sin embargo, conocí a un médico que nació allí hace 70 años y que está dando todo por su tierra.
Construye un edificio que servirá de centro educativo y de investigación en salud. En enfermería, en radiología, en estudios genéticos hechos a las cabras y más cosas que, seguramente, irán surgiendo.
Se llama Mario Hidalgo. Vive en La Plata y desde allí conduce su “sueño”. A su edad, trabaja en la medicina: viaja a Astica sólo cuando puede.

En la comodidad del avión, en el regreso, no dejé de pensar. Las sensaciones se chocaron durante todo el viaje. Todavía lo hacen.
A la conformidad de haber aportado algo se le opone el “no alcanza”.
Se me presenta Atahualpa: “dios, por aquí, no pasó…”, y la computadora personal sin red… Y el “morir de amor”.

Y, por suerte y por necesidad, aparece la figura de Hidalgo… Si no… ¿Cómo seguir?


Marcela Pastore, 31 de octubre de 2012