" Cuando uno sabe a dónde va nada puede interponerse entre su visión y su acción "



sábado, 14 de enero de 2012

Galpón

Mi entusiasmo está renovado en estos días, en lo que se refiere a nuestro “proyecto mimado”, el Galpón Cultural. Siempre fue prioridad, pero parecería que el plan se ha potenciado.

Decía que siempre fue de nuestra preferencia por lo que representa un intento de desarrollo cultural donde hace falta. Y, por favor, que se entienda que cultura es todo aquello que podemos incorporar. Desde aquí mismo hablé alguna vez a cerca de que no se la confunda con erudición.

Nuestra Fundación de Defensa Social (FU.DE.SO.) nació con el objetivo claro de que las posibilidades de crecimiento estén al alcance de todos. Que la gente, al menos, no tenga la barrera de la distancia para estudiar o aprender artes y oficios, por ejemplo. Siempre creímos en que “había que salir” del centro, en llevar las oportunidades a donde fuera necesario.
Más tarde surgió la idea de incorporar a la fabricación como elemento generador de bienes que significaran trabajo digno y acceso posible al producto.

Además de los beneficios tangibles, El Galpón va a ofrecer un lugar de contención que cada vez es más importante. Va a ser bueno saber que nuestros hijos estarán ocupados estudiando, trabajando o tocando la guitarra con sus amigos en un ámbito que sentirán propio.

En los últimos días de 2011, tomamos la decisión de alquilar un lugar donde instalarnos hasta que tengamos el propio. No queremos esperar.
Y creo que, por una cantidad de cosas que tienen que ver con nuestro desarrollo territorial de años, está bien que hayamos elegido a Los Hornos como sede.

Me gustaría contagiarles “mis pilas”.
Todo funciona en FU.DE.SO.: las ideas, la realización de las mismas, el agregado de nuevas relaciones, como, Charinut “la barrita”, que nos han llevado, por ejemplo, al impensable hecho de que tres pilotos tengan en sus buzos la inscripciónFundación de Defensa Social en la carrera más famosa e importante del mundo.

Marcela Pastore

jueves, 12 de enero de 2012

Comparto el artículo

Oportunidad para que los pobres definan su futuro
02 Jan 2012
Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo ( PNUD)

A PESAR DE UN AUMENTO EN EL NÚMERO DE PAÍSES DE MEDIANOS INGRESOS, SE NECESITAN CON URGENCIA NUEVOS PLANES Y MÉTODOS EFECTIVOS.

Más de mil millones de personas carecen de los recursos básicos con los que cuentan los otros seis mil millones de habitantes en el mundo. En los países menos desarrollados, los conflictos, los desastres y la inseguridad humana imponen límites estructurales a los esfuerzos para pasar de la crisis a la reducción de riesgos y del crecimiento al desarrollo sostenido. Un progreso significativo y sostenible requerirá esfuerzos más rápidos y efectivos. Más allá de las cuestiones clave, como las "huellas de carbono", "el desarrollo con bajas emisiones de carbono", "la economía ecológica” y la economía para salvar el planeta, debemos centrarnos en el constante desafío de garantizar el crecimiento y el desarrollo de los sectores más pobres y vulnerables. El nivel y el alcance de la privación global, en sus distintos aspectos (pobreza de energía, falta de acceso al agua y a los recursos sanitarios, desnutrición o acceso inseguro a los alimentos, y falta de acceso a la educación y al sistema de salud), requieren que se analicen las políticas de desarrollo y las prácticas actuales.

¿Cómo podemos alcanzar el desarrollo sostenible?

“A fin de que el crecimiento sea inclusivo, debe ser sostenido y sostenible y, para ello, también debe ser equitativo”, explica la edición especial de la revista Poverty in Focus (Enfoque en la pobreza), del Centro Internacional de Políticas para el Crecimiento Inclusivo. El crecimiento, el género, la pobreza y el medioambiente ya no pueden tratarse como componentes independientes del desarrollo. Es esencial que se reconozca su interdependencia para poder alcanzar un mejor desarrollo sostenible para todos.
Teniendo en cuenta las grandes expectativas de la conferencia Río+20, debemos recordar que la “sostenibilidad social” deberá construirse sobre las bases de una inclusión social y productiva. Con frecuencia, el foco se ha centrado en la inclusión productiva, sin abordar los factores estructurales que generan y mantienen la exclusión y la marginalización, relacionados con el género, los procesos políticos, los derechos de propiedad para los pobres, etc.
El desarrollo inclusivo necesitará el impulso de "tecnologías sociales", como las innovaciones políticas, y de un verdadero compromiso, para poder contar con un Estado más sólido y representativo, así como con las funciones complementarias de la sociedad civil y del sector privado, que permitirán definir y alcanzar un desarrollo socialmente sostenible.
El crecimiento, la igualdad y la sostenibilidad son mutuamente compatibles, si se realizan esfuerzos con el tiempo y los recursos necesarios, si se destacan responsablemente las causas estructurales y si se fomenta la sólida participación de los pobres, permitiéndoles definir su propio futuro. De esta manera, se aclara la complejidad de la inclusión como un resultado de desarrollo y se destacan las acciones enérgicas en el Sur Global. Vivimos en una época de convulsiones políticas, cambios económicos internacionales, un cambio climático inexorable y una extrema pobreza. Se necesitan más que nunca estrategias catalíticas y con fundamentos.

Olav Kjørven: Secretario General Adjunto y Director de la Oficina de Políticas de Desarrollo del PNUD

miércoles, 4 de enero de 2012

Todas las flores del desierto están cerca de la luz.

Mario Vargas Llosa. Premio Nobel de Literatura 2010



Todas las mujeres bellas son las que yo he visto, las que andan por la calle con abrigos largos y minifaldas, las que huelen a limpio y sonríen cuando las miran. Sin medidas perfectas, sin tacones de vértigo. Las mujeres más bellas esperan el autobús de mi barrio o se compran bolsos en tiendas de saldo. Se pintan los ojos como les gusta y los labios de carmín de chino.

Las flores del desierto son las mujeres que tienen sonrisas en los ojos, que te acarician las manos cuando estás triste, que pierden las llaves al fondo del abrigo, las que cenan pizza en grupos de amigos y lloran sólo con unos pocos, las que se lavan el pelo y lo secan al viento.

Las bellezas reales son las que toman cerveza y no miden cuántas patatas han comido, las que se sientan en bancos del parque con bolsas de pipas, las que acarician con ternura a los perros que se acercan a olerlas. Las preciosas damas de chándal de domingo. Las que huelen a mora y a caramelos de regaliz.

Las mujeres hermosas no salen en revistas, las ojean en el médico, y esperan al novio, ilusionadas, con vestidos de fresas. Y se ríen libres de los chistes de la tele, y se tragan el fútbol a cambio de un beso.

Las mujeres normales derrochan belleza, no glamour, desgastan las sonrisas mirando a los ojos, y cruzan las piernas y arquean la espalda. Salen en las fotos rodeadas de gente sin retoques, riéndose a carcajadas, abrazando a los suyos con la felicidad embotellada de los grandes grupos.

Las mujeres normales son las auténticas bellezas, sin gomas ni lápices. Las flores del desierto son las que están a tu lado. Las que te aman y las que amamos. Sólo hay que saber mirar más allá del tipazo, de los ojazos, de las piernas torneadas, de los pechos de vértigo. Efímeros adornos, vestigios del tiempo, enemigos de la forma y enemigos del alma. Vértigo de divas y llanto de princesas.

La verdadera belleza está en las arrugas de la felicidad...


Todas las flores del desierto están cerca de la luz.

Todas las mujeres bellas son las que yo he visto, las que andan por la calle con abrigos largos y minifaldas, las que huelen a limpio y sonríen cuando las miran. Sin medidas perfectas, sin tacones de vértigo. Las mujeres más bellas esperan el autobús de mi barrio o se compran bolsos en tiendas de saldo. Se pintan los ojos como les gusta y los labios de carmín de chino.

Las flores del desierto son las mujeres que tienen sonrisas en los ojos, que te acarician las manos cuando estás triste, que pierden las llaves al fondo del abrigo, las que cenan pizza en grupos de amigos y lloran sólo con unos pocos, las que se lavan el pelo y lo secan al viento.

Las bellezas reales son las que toman cerveza y no miden cuántas patatas han comido, las que se sientan en bancos del parque con bolsas de pipas, las que acarician con ternura a los perros que se acercan a olerlas. Las preciosas damas de chándal de domingo. Las que huelen a mora y a caramelos de regaliz.

Las mujeres hermosas no salen en revistas, las ojean en el médico, y esperan al novio, ilusionadas, con vestidos de fresas. Y se ríen libres de los chistes de la tele, y se tragan el fútbol a cambio de un beso.

Las mujeres normales derrochan belleza, no glamour, desgastan las sonrisas mirando a los ojos, y cruzan las piernas y arquean la espalda. Salen en las fotos rodeadas de gente sin retoques, riéndose a carcajadas, abrazando a los suyos con la felicidad embotellada de los grandes grupos.

Las mujeres normales son las auténticas bellezas, sin gomas ni lápices. Las flores del desierto son las que están a tu lado. Las que te aman y las que amamos. Sólo hay que saber mirar más allá del tipazo, de los ojazos, de las piernas torneadas, de los pechos de vértigo. Efímeros adornos, vestigios del tiempo, enemigos de la forma y enemigos del alma. Vértigo de divas y llanto de princesas.

La verdadera belleza está en las arrugas de la felicidad...


para - Marcela de Dario Medina